El otro día hablaba con mi amiga Fulanita. Ella trabaja en una empresa privada pero hace un tiempo me contó de pasada que había sido funcionaria hacía muchos años, pero que lo había dejado. El otro día, hablando un poco de todo, salió el tema laboral. Como yo seguía con la intriga de los motivos que la habían llevado a dejar ese trabajo, tan soñado por todos, le pregunté directamente.
Cuéntame Fulanita, ¿cómo es que dejaste tu plaza como funcionaria?
Ella había trabajado como administrativo (si no recuerdo mal) en el País Vasco. Mientras trabajaba, estudiaba Publicidad, su gran vocación. Trabajar y estudiar a la vez hizo que la carrera la estudiara durante doce años. Cuando terminó, nada más leer su tesis, pidió excedencia en su puesto de trabajo y se vino a Madrid, para trabajar de lo que realmente quería.
El trabajo en realidad había sido un medio. Un medio para poder dedicarse a su gran vocación. Le estaba profundamente agradecida porque el horario le había permitido poder estudiar a la vez. Pero una vez que la carrera terminó, se despidió, y se vino a Madrid en busca de oportunidades que le permitieran trabajar en aquello que le apasionaba.
Me lo contaba con una cara de profunda felicidad y sus ojos le brillaban.
Eso me dio lugar a una reflexión.
A veces no queremos estar en el lugar en el que estamos. Nos disgusta nuestro trabajo, aunque lo cierto es que somos nosotros los que lo hemos elegido, al contrario de lo que piensa mucha gente.
Nuestro trabajo (o cualquier otra cosa de nuestra vida) puede ser dos cosas:
– Un fin. Nos encanta, nos apasiona y hasta no nos creemos que nos paguen por hacer aquello que nos gusta tanto.
– Un medio. No es nuestra meta final, pero sí un objetivo intermedio que nos permite algo, nos da pie para ir en un futuro hacia otro lugar.
Puede ser que trabajemos cerca de casa y eso nos permita durante unos años atender a nuestros hijos, llevarlos y traerlos del colegio.
O puede ser que tengamos un buen sueldo y eso haga que podamos pagar ciertos gastos que tengamos ahora, terminar de pagar la hipoteca lo antes posible o ahorrar para poder irnos en un futuro de viaje por el mundo durante un año.
O quizás tengamos un buen horario y de esta manera podamos estudiar a la vez y terminar nuestra carrera de Historia, para en un futuro ser profesores (aquí puede que alguien se dé por aludid@ 😛 ).
Quizás los ingresos de nuestro trabajo, nos den pie para montar una empresa poco a poco, la empresa que siempre quisimos crear pero que no podríamos si lo dejáramos todo de golpe y no tuviéramos ingresos.
O tal vez nos gusta la inversión, pero para ello necesitamos dinero para invertir.
Si donde estamos, ya sea nuestro trabajo, nuestra ciudad de residencia, etc. no es aquello que queremos como fin, debemos pensar para qué es un medio. Si no es un fin, debe ser un medio para algo. Quizás no habíamos pensado en ello y simplemente nos hemos dejado llevar y estamos a la deriva. Si hacemos algo porque ‘es lo que toca’, porque ¿qué otra cosa podríamos hacer? , quizás sea hora para empezar a pensar hacia dónde vamos.
Hoy. En la situación en la que estemos, ¿vemos un medio o un fin?
Recomendamos este plan para el próximo 17 de Junio, en Madrid:
Y este libro, recomendado por una oyente:
¡Vamos hablando!