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Episodio 16 La seguridad de vivir

21 junio, 2017
Falsa seguridad

¿Existe la seguridad?

Cuando buscas la definición de seguridad te encuentras varias; algunas relacionadas con las características de un coche, otras con las prestaciones y condiciones que la sociedad o el gobierno te otorga, pero en ningún caso se habla de la seguridad como un sentimiento.

La seguridad de la que me gustaría hablar hoy, es un sentimiento, un ancla enganchada a nuestro alma y que en muchas ocasiones no nos permite movernos.

Mi abuela tenía un dicho: “a seguro se lo llevaron preso, que no se te olvide”.

Por ello creo que es importante contestar individualmente a la pregunta de: ¿qué es para mí la seguridad? 

 

En la mayoría de los casos la seguridad parece ser tener una casa, un coche, una pareja, un trabajo fijo, ahorros… Cosas. Cosas que nos hacen sentir bien y que nos dan tranquilidad, pero no necesariamente paz ni felicidad.

Frases como “tener un lugar donde caerse muerto” son una clara representación de este sentimiento.

Viendo ésto podría parecer que la seguridad es la respuesta al miedo a la incertidumbre, el miedo a lo desconocido, esa sensación en la boca del estomago que te genera una sensación de incomodidad y pánico a la vez, al no tener todas las respuestas, a no tener un pequeño bote o tabla en la que subirte si el mar se revuelve.

No es que piense que sentirse seguro esté mal o que haya que estar siempre en el lado opuesto, la temeridad. Es simplemente que esa sensación de seguridad a veces no nos deja vivir, no nos deja hacer cosas nuevas ni probar algo que hasta ahora pensábamos imposible. Ahí nuestra «seguridad” no es un sentimiento positivo, sino una gran limitación. Vivir muchas veces da miedo, vivir al final es sentir todas las emociones, amor, tristeza y de eso no te salva ni la barca más grande en el océano. Así que si quieres o necesitas gestionar ciertas cosas que te den ese sentimiento, constrúyete tu barca para flotar, hazlo. Pero no te olvides de tirarte al agua y comenzar a nadar, porque la barca puede ser tu refugio, pero nunca la piedra que te ate al fondo del mar.

Así que vive y sé feliz.

Leticia.

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