¿Por qué las mejores decisiones suelen ser las más difíciles de explicar? No de tomar, sino de explicar. Decidimos algo y en un momento dado, no sabemos por qué, cambiamos de opinión. Algo no nos ha dado buena espina. Ya está.

Las decisiones adoptadas a toda prisa pueden ser tan buenas como las más prudentes y deliberadas. 

Sino, entonces ¿por qué algunos siguen su instinto y triunfan y otros son tan torpes una y otra vez y repiten y repiten las mismas cosas esperando resultados diferentes…? Porque los primeros prestan atención a su intuición, a las señales que su cuerpo les da (nervios, sudores, cambios en la respiración…). 

Estemos atentos a nuestra intuición, a esa vocecita que nos quiere decir algo. Si algo nos da mala espina, escuchemos a nuestro cuerpo. Si algo nos está incomodando, vayámonos de allí.

Cuando nos preguntan ‘¿qué tal?’ , ¿tendemos a contar todo lo malo que nos ocurre y a olvidar las cosas buenas?
¿Resta más lo malo de lo que suma lo bueno que nos pasa?
Si sale la pasta de dientes de su tubo, ¿ya no puede volver a entrar?
¿Vivir es horrible?
Todo eso y mucho más en este episodio…
Gracias por vuestros comentarios y… ¡vamos hablando!

Si te preguntara qué harías si nada lograra pararte, ¿sabrías qué contestar? Si tienes claro cuál es tu pasión y te brillan los ojos sólo pensándolo, eres de los que se detienen a escucharse, tienen una ilusión y siguen su sueño. Por el contrario, hay otras personas que no saben qué decir porque todavía no se han detenido a pensarlo, ya que están acostumbrados a hacer lo que se espera de ellos, a seguir los convencionalismos y aceptaciones sociales. Es más, muchas personas son capaces de expresar qué es lo que no quieren hacer en lugar de lo que sí quieren. Si haces siempre lo mismo, ¿cómo vas a descubrir algo que te apasione?

¿Existe la seguridad? ¿Qué es para ti? La mayoría de las veces nos ‘venden’ la seguridad en forma de casa, características de un vehículo, trabajo fijo, prestaciones que nos da un gobierno, seguros que contratamos para estar más tranquilos…

La seguridad de la que nos gustaría hablar hoy es un sentimiento, un ancla enganchada a nuestro alma y que en muchas ocasiones no nos permite movernos.

A veces no queremos estar en el lugar en el que estamos. Nos disgusta nuestro trabajo, aunque lo cierto es que somos nosotros los que lo hemos elegido. O quizás no nos guste la casa en la que vivimos ahora, o la ciudad donde residimos, o un sinfín de cosas.

Todas estas cosas pueden ser:

-Un medio. No es nuestra meta final, pero sí un objetivo intermedio que nos permite algo, nos da pie, nos impulsa para ir en un futuro hacia otro lugar mejor.

-Un fin. Nos encanta, nos apasiona, no nos vemos en otro sitio mejor. Ya hemos llegado a nuestro destino.

Si aquello que nos disgusta, no es ni un medio para llegar a algo mejor, ni un fin o meta, ¿qué estamos haciendo? ¿En qué estamos dedicando nuestros mejores años?

¿Y tú de quién eres?
Hoy hemos hablado de diferentes grupos de personas, la gente que siempre es feliz, los que fluyen, los que agradecen, los que se quejan, los ignorantes…

Hoy hablaremos del absentismo emocional, ese estado en el que físicamente estamos en un sitio pero emocionalmente, no.

Hoy hablaremos de aquellas situaciones que nos superan en un momento dado, de todos los ‘por favor, quiero irme de aquí’.

Hoy no hablaremos sobre ser positivos y mantener una sonrisa a toda costa.

No.

A veces hay momentos para parar, descansar, no estar, no fingir, callar, observar, echarse un lado y ver qué sucede a nuestro alrededor.